MÉXICO SIN MEMORIA
Erasmo de Acá
Un pueblo sin memoria tiende a repetir su historia, y así parece la condena al pueblo de México, después de la independencia, el país se enfrascó en luchas que lo flagelaron y diezmaron al grado del atrevimiento de potencias extranjeras de invadirlo.
De las más graves, la toma de la ciudad de México de parte del ejército de los Estados Unidos, medio rememorada por la alegoría de la gesta de los llamados niños héroes de Chapultepec, luego la intervención francesa, de los notables de esa etapa, lo fue Porfirio Díaz, que a la postre se convirtió de caudillo a dictador, quien ciertamente lanzo al país, del campo a la industria, con un costo social elevado y una desigualdad marcada para el pueblo, reducido a una esclavitud de facto, cuya cadena estaba colocada desde las mal recordadas tiendas de raya, colocando a los hacendados como dueños de las vidas de sus siervos.
Esto derivó en la revolución, gesta de la cual uno de sus logros fue la constitución de 1917, la cual nos rige el día de hoy, donde se sentaron las reglas para evitar volver a ese estado de cosas, indicando en sus bases que somos una república representativa, en la cual existen tres poderes con funciones independientes y específicas y ningún poder en esencia debe estar por encima de otro, es decir en México se gobierna con tres poderes, y en teoría porque en la práctica no, cada uno tiene que respetar la labor republicana encomendada en la constitución, que como acto solemne, es obligado cualesquier funcionario a jurar, servir y hacer servir la constitución.
de la gesta revolucionaria, permanecieron muchos generales que se peleaban el poder ejecutivo en sus diferentes dimensiones, lo que nos sumió en incertidumbre y caos, de ahí nace el antecedente remoto de PRI, que nació para dar orden y rumbo, de tal manera, la prueba más tangible en el México reciente, es la alternancia de los partidos políticos, y hasta no hace mucho una mediana paz social, no se concibe el México moderno sin la participación del PRI, el cual dotó al país de instituciones con sentido social.
El día de hoy, veo la intranquilidad de las instituciones republicanas, el poder ejecutivo sometiendo al legislativo y amenazando al judicial, el cual, este último, entre sus facultades está el poner límites que la ley impone al ejecutivo representado por una sola persona, y a dar certeza a las reglas.
Causa indignación la postura de la ministro de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, tan cuestionada por su lerda formación, que discutió con ministro ALBERTO PÉREZ DAYÁN, respecto la primera, por la aprobación y el segundo por la invalidez del llamado plan B, la ministra hizo gala de una retorica política afín a su mentor Andrés Manuel, contrario a su equivoca postura, el Ministro Pérez Dayán, de una manera educada, convincente, apegada a derecho y desde luego a la constitución que juró servir defendió las reglas, pues una ley una vez aprobada es eso ley y tiene que ser acatada en consecuencia por todos los ciudadanos, por lo que no es poca cosa un análisis acucioso de la legalidad.
La cólera exacerbada, conjuntada con soberbia, terquedad e ignorancia aparente, se observan en las acciones ejecutadas por el gobierno federal y sus lacayos locales, en especial el que nos tocó en esta tierra bendita y bella como es mi Veracruz, en donde es obvio que el poder judicial perdió su independencia, sumiendo a sus miembros en el terror de perder la libertad, se hace burla y escarnio indebido al poder judicial.
El último acto desafortunado y deleznable del Ejecutivo, el cuestionar y calificar el interés de la ONU en observar que se cumplan los acuerdos internacionales a través de los tratados suscritos y de los cuales nuestro país es parte, diciendo que tienen una actitud indebida e injerencista, al tiempo, estas temporales autoridades que nos toca sufrir, tendrán que pagar sus responsabilidades con la ley y la historia, pero mientras tanto, la inseguridad jurídica propiciada en el poder que debería ser el ejecutor, se volvió el verdugo de su pueblo al que se debe.
