Javier Pulido Biosca
México, siempre a la vanguardia en cuanto a
figurar internacionalmente como un país defensor de los destinos que marcan los
EU, ha anunciado que aportará dinero y efectivos militares para el tan cuestionado
“ejército de paz” que tiene la ONU.
Esta acción es más que contradictoria: México,
un “país pobre” (empobrecido por una constantemente mala administración
pública), se quiere poner a la par de los países ricos (enriquecidos a partir
de la expoliación de los recursos naturales de los países pobres).
Y es gracioso que haya “ejércitos de paz”,
como si la renombrada paz fuera el triunfo de una guerra en vez de ser
considerada como la solución de posibles conflictos.
Es paradójico también que México, uno de los
países con mayor inseguridad en el orbe, con un elevado número de violaciones a
los derechos humanos, país donde una reciente “reforma” laboral ha significado
un retroceso en los derechos económicos de los trabajadores, donde casi el 60
por ciento de los empleados carecen de seguridad social, pensiones, ahorro para
el retiro.
México, un país donde los grandes delitos de
funcionarios y sus amigos quedan impunes y donde el poder judicial primero
sanciona a un inocente o encarcela a un indígena antes de sancionar a un Gastón
Azcárraga por los fraudes cometidos contra Mexicana de Aviación, o a un
Bribiesca Sahagún por el nepotismo subyacente en los fraudes contra Pemex y el
Citi Bank. Este México, se presenta cínicamente como parte de los “Cascos Azules”,
que es como la ONU llama a su “ejército de paz”.
Y, para colmo, el costo de esas decisiones de
ilusos lo pagaremos todos los mexicanos.
Y no queda otro remedio sino doblegarse ante
esa tiranía que mal gobierna al país y en la que prosperan el autoritarismo, la
impunidad y el engaño.