viernes, 27 de enero de 2012

Altruismo y consuelos en Davos

Para nada resolver, Davos es un escenario muy costoso, pero es lo que los medios desean ver. Fotografías de personalidades que ya hostigan de tan fotografiadas, repitiendo el mismo discurso como tósigo infernal para el aplauso de agencias y el arremolinamiento de las naderías mediáticas para que después… todo siga igual.

Bill Gates, con su discurso mesiánico, insiste en que “no hay escusa para cortar la ayuda a los más pobres del mundo”, Felipe Calderón subraya sus logros en un TLC con Singapur. Ni el primero se refleja en políticas para mejorar la situación de las capas más pobres, ni el segundo se ve siquiera en los puertos del pacífico mexicano.

Eso sí, hay que reconocer que Calderón no se toca el corazón para decirles a los jerarcas bancarios que son ellos los que deben poner fin, “de un bazucazo” a los problemas antes de que diseminen. Pero los europeos parecen no escuchar, o parece convenirles esa situación.

Palabrería que resulta inútil. Saben los banqueros que cada vez más personas ponen en cuestión la validez del sistema capitalista, de su totalitarismo unidimensional e hipócrita, pero nadie pone en marcha un programa para que los bancos dejen de sangrar a empresas y gobiernos con sus intereses sobre los intereses. Ningún gobierno intenta siquiera regularlos.

Los economistas, como Joseph Stiglitz, siempre interesantes en sus tesis, son opacados por las ruedas de molino de políticos y banqueros.

Al final, ni el altruismo que predican es tal, ni las soluciones ofrecidas se cumplen y la función del foro se cumple: llenar con cinco días de palabras los espacios mediáticos.

El fin del capitalismo

Es claro que el fin del capitalismo es el enriquecimiento máximo con la mínima inversión. Esto no va a cambiar, pues para justificar esta ansia de poseer se apela a una supuesta naturaleza humana.

Nacido en el siglo XVII, el capitalismo hinca sus raíces en las teorías en boga de la época: la racionalidad de lo humano y la búsqueda de un estado natural de las cosas. Se buscaba que ese estado natural, que para el hombre significaba un estado anterior a las leyes jurídica y morales.

En ese estado natural, que es sólo una hipótesis, dice Hobbes, “el hombre es lobo del hombre”. Es decir, prevalece el derecho del más fuerte. La función del Estado es la de evitar que ese derecho natural legitime el asesinado de los unos para el fortalecimiento de los otros.

Así surge el estado liberal, que permite todo lo que no atente directamente contra la vida. En el ámbito económico el fuerte se come al débil. El tema da para muchos textos de diversa índole.

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