Recientemente, el gobierno de México hizo pública su cavilación sobre “subsidiar” la tortilla. Ese procedimiento sería del todo erróneo, ya que no subsidiarían la tortilla, sino al duopolio de la harina de maíz, que descansa en dos grandes empresas; Maseca y Minsa.
El camino correcto, sería controlar el precio de la harina de maíz, vea usted porqué:
El precio del maíz en el mercado Put para marzo de 2012, es de 232 dólares por tonelada, lo que equivale a 3 mil 132 pesos la tonelada. La harina de maíz la vende Maseca, en diciembre de 2011, a 10 mil 600 pesos la tonelada, 338.44% más cara que le que le cuesta el maíz con que la produce.
Por otro lado, los industriales de la tortilla, que adquieren la harina en 10 mil 600 pesos la tonelada, producen un promedio de 60 tortillas por kilo de harina, según datos obtenidos por internet. Cada kilo de de tortillas tiene en promedio 38 tortillas, lo que da un costo de 6.70 pesos por kilo. Si pretenden venderlo en 14 pesos cada kilo vemos ganancias del 208.95%.
El margen de ganancia más fuerte es el que obtienen las industrias que fabrican la harina, cuya ganancia la podría controlar el gobierno y reducirla, por lo menos a la mitad, para que el kilo costara un máximo de 7 pesos y el kilo de tortilla controlarlo en los mismos 7 pesos para que el industrial de la tortillería redujera sus ganancias si usa harina, o compre el maíz, lo nixtamalice y procese como tortillas acumulando ganancias por nixtamalizar y por hacer tortilla.
De todas maneras, la fabricación de harina de maíz y la de tortillas seguirían siendo un importante negocio, aún controlado inteligentemente por el gobierno. No controlarlo es, en cambio, un crimen contra el pueblo de México.
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